jueves, 19 de mayo de 2011

19 DE MAYO

Hoy 19 de mayo es una fecha especial para México, aunque prácticamente ignorada por la inmensa mayoría de los mexicanos. 
El año pasado, 2010, estuvieron muy en boga los festejos por el bicentenario de la independencia; sabemos muy bien que el “grito de Dolores” lo festejamos los días 15 de septiembre, pero no muchos saben que en realidad el famoso grito fue realizado un 16 de septiembre, sin embargo, Don Porfirio Díaz lo cambió al día anterior para que coincidiera ni más ni menos que con la fecha de su cumpleaños.
Sabemos también, porque en la escuela nos lo han enseñado, que fue hasta el 27 de septiembre de 1821 que la independencia de México fue consumada. Este hecho tan importante en la historia de México fue protagonizado por dos célebres personajes: por un lado Vicente Guerrero, por el otro Agustín de Iturbide. 
Desde varios meses atrás al 27 de septiembre, ya se venía gestando el fin de la guerra de independencia. Al mando del bando que defendía las órdenes del rey de España estaba Iturbide, aunque era mexicano. Al mando de los insurgentes estaba Guerrero, mexicano también. Cuenta la historia oficial que ambos decidieron dar por terminadas las hostilidades, se dijeron palabras muy bonitas y terminaron abrazándose (el famoso “Abrazo de Acatempan”). Sin embargo, Lucas Alamán, quien fuera político pero también historiador, desmiente esto. Alamán cuenta que Guerrero no confiaba en Iturbide y mandó a uno de sus achichincles a atenderlo.
En fin. Ese 27 de septiembre entró el Ejército Trigarante a la ciudad de México y en catedral se celebró una misa. Después Iturbide dio este discurso: “Mexicanos: Ya estáis en el caso de saludar a la patria independiente como os anuncié en Iguala; ya recorrí el inmenso espacio que hay desde la esclavitud a la libertad, y toqué los diversos resortes para que todo americano manifestase su opinión escondida. Ya me veis en la capital del imperio más opulento sin dejar atrás ni arroyos de sangre, ni campos talados, ni viudas desconsoladas, ni desgraciados hijos que llenen de maldiciones al asesino de su padre; por el contrario, recorridas quedan las principales provincias de este reino, y todas uniformadas en la celebridad han dirigido al ejército trigarante vivas expresivos y al cielo votos de gratitud. Se instalará la Junta; se reunirán las Cortes; se sancionará la ley que debe haceros venturosos, y yo os exhortó a que olvidéis las palabras alarmantes y de exterminio, y sólo pronunciéis unión y amistad íntima”. ¡Ay! Parece que desde tiempos remotos los políticos saben hablar muy bonito.
Después de esta fecha, España siguió haciendo varios intentos por reconquistar el territorio mexicano (el 13 de febrero y 30 de junio de 1822, abril de 1823). El último fue en 1829. Fue hasta el año de 1836 cuando por fin España reconoció la independencia de México.
Al día siguiente, 28 de septiembre, se firmó el acta de independencia del Imperio Mexicano, misma que comienza con las siguientes palabras: “La Nación Mexicana que, por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido.” Dice Fuentes Mares: En nuestra acta de nacimiento proclamábamos una gran mentira. La sucia mentira que nos gobierna hasta hoy, y que nos ha hecho más daño que todos los cuartelazos y todas las agresiones extranjeras. Decir que la Nación mexicana recuperaba la voz, después de trescientos años de opresión, era tanto como dar por cierto que esa nación existía antes de 1521, cuando la verdad es que por esos años no existió algo que pudiera parecerse a la nación mexicana.
Iturbide
La nación mexicana principió a existir en 1521 (13 de agosto, con la caída de Tenochtitlán a manos de Cortés), y era ésa la que se hacía independiente trescientos años más tarde. El acta de Independencia quedaba mal redactada, y ese error nos ha costado mucho más que sangre y desventuras. Nos ha costado admitir como verdad oficial la más nefasta de las falsedades: la de ponderar la existencia de una nación inexistente, para renegar, en su nombre, de toda nuestra época clásica, formativa de la nacionalidad, a la que después se concibió como extraño cuerpo introducido por la violencia en nuestra historia. Las palabras del Acta de Independencia habrían sido lógicas si el Acta hubiera sido redactada por aztecas, sólo así. Firmada por hijos de españoles, y aun por españoles, aquello era una monstruosidad. Mal nacíamos, arrepentidos de nuestros padres.
Pasaron 9 meses mientras los mexicanos buscaban al ocupante al trono del Imperio Mexicano. La Casa de Borbón, es decir, los nobles que ostentaban ese importantísimo apellido eran los candidatos a ocupar el trono. El rey de España en esas fechas era Fernando VII, fue un Borbón. Pues bien, en ese entonces México se dividía en dos, por un lado los que apoyaban la idea de traer a un Borbón a gobernar y por otro los que creían que un mexicano debería ocupar el trono: los “iturbidistas”.
Los “borbonistas” no tenían a ningún candidato, los iturbidistas tenían a Iturbide.  
Después de tanto enredo de mi parte, ahora voy a lo que nos compete: Un día como hoy, 19 de mayo, año de 1822, Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu fue proclamado Primer Emperador de México.     

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