viernes, 16 de octubre de 2009

Grandes Navegantes Parte 3





ANDRÉS DE URDANETA
(Transcripción y adaptación textual de las memorables conversas de Alvargonzález)


(Continuación de la Parte 2):






Hemos tratado de llegar a esas playas jaliscienses, Barra de Navidad, pero por una ruta muy larga, por el estrecho de Magallanes. La vuelta al mundo, ¿recuerdas? Es el siglo XVI, va comenzando lo que se llama “el renacimiento”. El mundo va desnudando su rotundez, la Tierra, la globa, va desanudando su rotundez ante los ojos atónitos de expedicionarios y marinos que se atreven a ir más allá. A la espada y al compás, más y más.
Decía Ortega y Gasset que los seres humanos somos náufragos en busca de orientación, ¿será?
Magallanes no logra su propósito, muere en lo que después sería bautizado como las Filipinas, en honor del rey Felipe II. Esas Filipinas que son el motivo por el que nos vamos a aproximar a Barra de Navidad. Allí muere Magallanes.
El emperador le concede a Juan Sebastián Elcano una condecoración, que era lo que andaban buscando, ya te lo dije, perdona si te lo repito, especias, esa materia prima tan necesaria para la Europa de la Edad Media. La medalla, el emblema que le dan a Sebastián Elcano es muy simbólico y significativo, es un escudo, hay ramas de canela en él, nueces moscadas, un yelmo y un globo terráqueo con esta inscripción: “Tu primus circumdedisti me” (fuiste el primero en circunnavegarme). Y eso es lo que tiene Sebastián Elcano, ¡y lo que son las cosas! ¡Hombre! ya tres años, dar la vuelta, lograr regresar, pues ya apacíguate muchacho, ya fuiste, ya volviste, ya tranquilízate, serénate, trata de ganarte la vida en tierra ¿te acuerdas de cuando llegaste todo flaco, desvencijado como la nao Victoria? Era simplemente una victoria trágica, dramática.
Pues nada, que el emperador se entera del viaje y vuelve a organizar otra expedición de la que nombra capitán a Frey García Jofré de Loaisa, un personaje de la orden militar de Rodas, buen caballero y persona de experiencia en la guerra de la mar y de la tierra y por piloto le dice el rey a Juan Sebastián Elcano: ¿te atreves? Y él responde: “le entro de nuevo”.
Fechas, fechas ¿tú crees que la historia sea cosa de fechas? Coincidencias, mira, más o menos: 24 de julio de 1525, parte Loaisa del puerto de la Coruña con rumbo a la especiería. La Santa María de la Victoria 360 toneladas, Sancti Spiritus 240 toneladas, en ésta es donde va Sebastián Elcano, La Anunciada 204 toneladas, San Gabriel 156 toneladas, Santa María del Parral 96 toneladas, San Lesmes 96 toneladas. Y un barquichuelo pequeño llamado el patache Santiago de 60 toneladas. Aquí es donde nos vamos a encontrar por primera vez a un personaje que ya podemos en un momento dado considerar proto-mexicano, tiene 17 años y allí va en la expedición.
17 años no es mucho, es poco, es un adolescente, ni siquiera podemos decir que es un joven hecho y derecho: Andrés de Urdaneta ¿te suena el nombre?
A propósito de barcos, barquichuelos, armadas y desarmadas, la gloriosa y no tan armada nacional (mexicana), tantos kilómetros de litoral y con aberraciones tales como tener la Secretaría de Marina instalada en la “Mesa Central” (Cd. de México) más cerca de Xochimilco que de cualquier océano, pero así somos, un país que entiende lo nacional de una forma muy “simpática”.
Hace años tuve la suerte de convivir con almirantes de la armada, uno de procedencia santiaguino. De ese pueblo llamado Santiago, próximo a Manzanillo, le pregunté: oye capitán ¿a qué edad te enrolaste en la armada? 17 años - me dice - porque es la edad en la que uno está capacitado para hacer locuras.
A Andrés de Urdaneta le dio por treparse en estos navíos y va a empezar una aventura que le va a tomar la friolera de 11 años, viene todo el recuento de cómo cruzan de nuevo el estrecho de Magallanes y ya en esta oportunidad, que es la segunda ocasión en que unos barquichuelos de hechura humana atraviesan del océano Atlántico al océano Pacífico, donde ahora sí el Pacífico de veras muestra su real temperancia.

La mar andaba tan alta - escribe Urdaneta – que pasaba muchas veces más alto que la mitad del mástil. Esa es más o menos la norma que hay allá, olas de 10, 15 metros, con las cuales Magallanes por suerte no se encontró. “Las terribles tempestades, abonanzó el viento y el sábado siguiente embocamos el boquerón del estrecho”.

Este muchacho de 17 años es observador, escribe sus experiencias y de pronto se tiene que convertir, por necesidad, en marino avezado, en algo más que un simple Urdaneta acompañante, un tripulante de segunda de esos navíos ¿porqué? ¿Te acuerdas quiénes iban al mando de la expedición que su majestad el rey ordena sea habilitada y enviada por el camino, la ruta, de Magallanes? En primer término iba ese con nombre tan simpático Frey García Jofré de Loaisa, capitán general de la armada. “Ya entrados en la mar Pacífica iba muy doliente, murió como católico y buen caballero en su oficio encomendándose a Nuestro Señor y dejó mucha tristeza y dolor a todos los que en aquella nave capitana iban porque además de ser gran capitán, sabio y de experiencia, era de gentil conversación y muy bien visto. Al mar, porque los barcos no pueden cargar con –literalmente - peso muerto y Frey García Jofré de Loaisa se hizo al mar.
Juan Sebastián Elcano se enferma y a los cuatro días de haber enfermado le llevó Dios y le hicieron las mismas obsequias y lo echaron en esa misma mar que fue el primero en cruzar y que lo albergaría para siempre.
Toman rumbo hacia la “Isla de los Ladrones” y se encuentran con un náufrago procedente de la armada de Magallanes. Soy gallego, les dice, me llamo Gonzalo de Vigo y ya sé muy bien las lenguas de estas islas.
Estas expediciones de hombres heroicos, de hombres de una temperanza notable, de una capacidad de soportar estos deportes extremos y ¿cuáles eran las motivaciones? mira, si tu revisas (y no hay que tomarlo desde esa perspectiva), Walter Raleigh, otro que vino acá a expedicionar, que anduvo por Virgina, en Guyana quiso fundar una colonia inglesa; Raleigh, un personaje que primero gozó de las gracias de la reina Isabel, la reina virgen, la reina tan buena para el marquetín histórico, Isabel I de Inglaterra tan memorable para su pueblo, la constructora de una Inglaterra Imperial; Walter Raleigh escribió: “en el fondo de los sueños de todos los expedicionarios y en lo más oscuro y recóndito de ellos siempre brilla el oro”.
Son empresarios, andan buscando algo, hay individuos de más o menos buena voluntad, y de peor voluntad. Los frailes que no tardan en aparecer en estas empresas que, en cuyos sueños aparecía otro tipo de oro: la posibilidad de transmitir sus conocimientos, que ya sea fueran buenos o malos era su convicción,  su entender las cosas.
En estas expediciones a las especierías ya había un problema con los portugueses, aquella línea que trazó Alejandro VI en Tordecillas, culpas de época y sólo las épocas pueden ser entendidas pensando de acuerdo a como se manejaban las cosas en esa época; Alejandro VI dice a los españoles: “de aquí pa’cá ustedes” y a los portugueses: “de aquí pa’cá ustedes, y cuidado me crucen las líneas”. Y los ingleses después dirían “y nosotros ni creemos en lo que dice Alejandro VI por lo tanto las líneas ¿de qué sirven?”
La expedición de Loaisa comienza a resultar un fracaso, se dispersan, al pasar el estrecho de Magallanes se pierde una de las naves: el Santiago; extravía tanto el rumbo que llega a un punto donde ya la tripulación no puede más y tienen que bajar, ven en la costa que hay habitantes y tienen que atreverse a pedir auxilio, y es una descripción tan simpática de quién se echa a nadar para tratar de llegar a la playa y le toca a Juan de Aréizaga que era el capellán de la expedición y con todo aquel jubón y por si las dudas se cargo una espada y en una tabla se echó para tratar de alcanzar la orilla y ya se andaba ahogando y los naturales entraron a rescatarlo, resultó que estaban en Tehuantepec, ¡en México!, vinieron a dar aquellos sobrevivientes de la expedición de Loaisa, el barco pequeño patache, unos barquichuelos redondos que no tenían mucha capacidad navigatoria perdió tanto el rumbo que en vez de irse a las Molucas o a las especierías, fue a dar a Tehuantepec y ándate que se entera el “malo de la película oficial” Hernán Cortés quien dice “pues vamos a construir barcos para tratar de ir - como le dice el emperador - a Java, Sumatra, Malaca y a toda la costa de China abordándola desde México”, Hernán Cortés “malo, malo, malo” (recuerda que así debe ser pintado).
Es aquí donde comienzan un poquito los problemas de interpretaciones, tiene que ver con la política contemporánea, si procedemos de individuos sifilíticos, estúpidos, brutos y échale todos los adjetivos que quieras, entonces ¿cómo quieres que seamos?, pero es nuestra procedencia genética, si la quieres negar y la quieres falsificar pues, allá tú. Por eso algunas veces me atrevo a preguntarte ¿cómo te apellidas? ¿Te apellidas Smith, Kevin, Von Fraister? Qué bonito suenan esos nombres pero, desgraciadamente yo, (“desgraciadamente” eso es lo que nos han hecho creer, que es una desgracia nuestra carga genética) y ¿cuál va a ser la consecuencia? Me apellido González.
Pero en el siglo XVI estaba surgiendo algo que era la mexicanidad como tal, si tú revisas los expedientes, las cartas de estos navegantes, ya utilizan términos que son totalmente mexicanos: petates, molcajetes, utilizan términos que ya son ese mestizaje de la lengua, está brotando una mexicanidad.
Siglo XVI, desde México cara al Pacifico tratar de abordar Asia. México va a ser el primer país de este tan americano continente que entabla relaciones con Japón, que entablan relaciones Guadalajara y San Miguel de Manila. Si tú revisas los apellidos de Filipinas, y esto es una realidad también genética, suenan Yañez, Marcos, la presidenta actual de Filipinas tiene un segundo apellido que es totalmente español ¿por qué? Porque Guadalajara y Filipinas tuvieron mucho que ver, y es a donde vamos, a donde nos va a llevar este individuo Andrés de Urdaneta por la ruta insospechada de la Mar Pacífica.
En el siglo XVI estos barcos mexicanos hechos con materiales y mano de obra mexicana llevarían al extranjero productos de México y empezaba la vida, empieza, mira, te va a resultar a redundancia pero es lo mas cierto que pueda haber: si una nación no nace continuamente no es nación; empezaba a nacer nuestra nación. Y ahora 400 años después, con 9000 Km. de costas no hacemos ni chalupas, lanchas, botes.

Si te cuento que hace poco en el periódico leí a Cuauhtémoc (con ese nombre tan a tono con nuestro entender la mexicanidad), no sé que tan buen navegante sería Cuauhtémoc, pero mandaron hacer un barco escuela a Vigo en España ¿por qué? Porque aquí ya se nos olvido hacer barcos, porque aquí con 9000 Km. de costa somos incapaces.

Ahora en la madrugadía estaba oyendo los pleitos de Campeche y Yucatán por el pulpo, y un país “progre sante” ya hubiera puesto criaderos de pulpo en vez de andarse peleando, como en las rías gallegas, como en otras partes con tecnología avanzada, pero no, allá andan peleando “porque si la veda”, “porque si los de Campeche le quitan el pulpo a los de Yucatán” ¡9000 Km. de costas y no somos un país marino! ¿O sí? Una quebrantada transportación marítima mexicana que anda allí naufragando en el océano de las finanzas es nuestro emblema de comercialización.
En fin, mandaron hacer el Cuauhtémoc allá en Vigo, en España, es un barco maravilloso de 3 palos, 3 mástiles; originalmente, si te arranco un trozo de inocencia para que veas la transposición de las palabras, esos palos, mástiles (y si no me lo crees revisa los diagramas de los barquichuelos del siglo XVI) se llaman vergas. Por transposición, por lo que quieras y gustes, la palabra se convirtió en otra cosa.
Al Cuauhtémoc los españoles tan malos entendedores de nuestro laicismo, le acomodaron en un recoveco una imagen de la virgen de Guadalupe. No sé cuáles sean tus creencias, por mí pueden ser las que quieras y gustes, pero en aquellos navegantes del siglo XVI (fíjate: ya en el siglo XVI) andaban con la imagen de la mexicana virgen de Guadalupe, invocándola para el buen tiempo y el buen viento navigatorio.
Esa separación tan marcada Iglesia-Estado prohibía que en el barco-insignia-escuela de la armada nacional ¿cómo una imagen religiosa? A mí me consta porque en Londres lo oí y lo supe y cómo nos hacemos tontuelos, porque los marinos, los cadetes descubrieron en un recoveco allá oculto en el barco la imagen de la virgen y no dijeron nada, y el capitán lo sabía y todo el mundo lo sabía pero no se podía decir nada porque ¡qué horror! el Cuauhtémoc no podía ser profanado con imágenes religiosas, pero cosas notabilísimas de nuestra vocación fallida marina: cuando empiezan a revisar la historia del siglo XIX, cuando nos hacemos República, el primer comandante de la armada de México es ¡un estadounidense!, o sea, ya estábamos traicionando nuestra… en fin ¡iba bien! Se estaban formando marinos aquí para el abordaje de aquél nuestro próximo occidente y de Europa el remoto oriente.
Álvaro de Saavedra, primo de Cortés, parte de Zihuatanejo el 1º de noviembre de 1527. Las expediciones de Hernán Cortés son un fracaso, los pleitos en los barcos empiezan pa’ pronto, pero total, mientras estos individuos trataban de abordar las islas de las Molucas desde México, allá estaba varada la expedición de Loaisa, que no encontraba cómo regresar y allá estaba Urdaneta y allá estaban en pleitos con aborígenes, con los portugueses y esta expedición de Álvaro Saavedra, pariente de Cortés, una parte de ella logra alcanzar Filipinas, aquellos archipiélagos y se ve como la salvación del regreso, van a intentar el regreso por la misma ruta y nunca encuentran la forma de hacerlo. Es donde Urdaneta va apareciendo como un personaje de la navegación mexicana en aquel 1538 a 11 años de haber partido, aquel chiquillo de 17 años regresa a su casa a Guipúzcoa en la región Vasca y les platica a sus parientes y amigos lo que había visto, lo que había pasado en esos largui-cortos 11 años allá en las tierras en las islas de la especiería.
Permíteme hablar unos pocos minutos sobre este personaje que tanto tiene que ver con Jalisco y con San Miguel de Manila, este personaje llamado Andrés de Urdaneta que de nuevo vuelve hacerse a la mar, y el intento primario es reunirse con un individuo que también tuvo mucho que ver con la conquista de México: Pedro de Alvarado. Los aztecas le llamaban Tonatiuh porque nunca habían visto a un rubio y de pronto Pedro de Alvarado con el cabello rubio, barbado: Tonatiuh, el sol, el cruel Pedro de Alvarado, quien andaba trabajando como Adelantado en Guatemala, ya separado de su antiguo patrón Hernán Cortés se fue a Guatemala y oye de la isla de las especierías y arma barcos y se dispone a aventurarse por aquellos rumbos del mundo.
Lo que son las cosas, el destino: de pasadita y camino de Guatemala para ya enfilar hacia el poniente que es el rumbo para llegar a Japón, las Filipinas, llega a Barra de Navidad y allí no creas que había muchos antros, ni discotecas, nada que entretuviera a estos navegantes, estos hombres de acción, y le manda decir el virrey Antonio de Mendoza: “oye, necesitamos un ‘canillazo’ porque acá andan levantados unos zacatecas chichimecas que no están muy de acuerdo con nuestra venida, con nuestro sistema que estamos imponiendo; ven y danos una mano para apaciguar a Tenamatztli”, y aquella frase tan soberbia, tan arrogante de Pedro de Alvarado: “Cómo temen a estos gatitos”, como diciendo “si yo derroté a los aztecas, que ésos si eran fieros, entonces ahora vengo, vamos estacionando aquí los barquichuelos mientras yo voy”.
Esta movilidad también parece imposible, te reto, toma un caballo de Barra de Navidad y arráncate hasta Nochistlán Zacatecas a repartir bandurria; como que es un poquito difícil, aquellos jinetes indómitos… ¿te acuerdas por ejemplo de Simón Bolívar? (y esto es un hecho histórico y si no me lo crees ve a Colombia o a Venezuela y pregunta) ¿cómo le decían a Simón Bolívar por aquella capacidad que tenia de montar a caballo? Le decían “culo de hierro”, ¿por qué? Porque vaya que sí se necesita algo más que buena voluntad para estar arriba de una montura.
Pedro de Alvarado con aquellos gatitos, con aquella arrogancia, pierde la vida en el enfrentamiento con Tenamatztli, tiempo de aguas, el caballo de Montoya que se le viene encima porque Montoya de pronto se acobarda y no quiere entrar en batalla y muere Pedro de Alvarado aquí en Jalisco, aquél el del Templo Mayor. Imagínate que te cae un caballo en la caja torácica. Le preguntan ¿qué le duele capitán? Y responde “Me duele el alma” y hasta ahí llegó.
Urdaneta y Pedro de Alvarado se conocieron en España y Pedro le dijo: “oye, vamos allá, enséñame el camino”.

1 comentario:

  1. Buen trabajo, Gus. Exquisito homenaje a dos gigantes: Alvargonzález y Urdaneta.

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