lunes, 19 de octubre de 2009

Grandes Navegantes Parte 4








UN HOMBRE DE ESTATURA MONUMENTAL
(Transcripción y adaptación textual de las memorables conversas de Alvargonzález)

(Continuación de la Parte 3):


En esta ciudad, como más o menos en ninguna otra parte, no se utilizan los puntos cardinales como referencias o como marcas inequívocas. Imagínate que te detienes en la calle y le preguntas a alguien - estás en el centro de la ciudad, (no sé si conoces esta “monstruita” llamada Guadalajara) -  Guadalajara tiene un centro, no es histórico, eso es sólo otro moquete para engañar al turismo, es un centro de gravedad, porque grave está la cosa en el centro. Preguntas ¿por dónde puedo llegar a Las Águilas? Respondes, “mira, agarras allá, derecho para allá y luego das vuelta para allá, buen día”. Nunca diría: “te vas hacia el poniente y luego das vuelta al sur”, no, porque no se acostumbra.


Vamos a decir el sur poniente de la ciudad. Las Águilas, ¿a qué te suena? ¿A un nombre de un fraccionamiento, de una Unidad Administrativa del H. Ayuntamiento de Zapopan?; por allí hay dos águilas, grandotas, estilizadas, son monumentales. ¿Tú sabes por qué están allí o quién puso esas águilas? La respuesta va a ser segura, clara, contundente: “no lo sé”. Oye, ¿y a quién se le ocurrió poner allí las águilas? De nuevo la respuesta “no lo sé”.
Sucede que las águilas fueron puestas ahí en 1957 porque Jalisco empezaba a vertebrarse, a articularse carreteramente, no había carreteras, no había muchas vías de comunicación asfaltadas. En 1957 se colocaron allí porque se abrió la carretera al Sur de Jalisco.
Luis Enrique Bracamontes, originario de Tapalpa, que a su pueblo le regaló carretera para infortunio del pueblo porque le llegaron por asalto estos urbanos serranos que todo transforman, todo trastocan, todo maltratan. Y para allá Zapotlán (llámale tú si quieres “Cd. Guzmán”), y para allá el mar.
Si un día tienes tiempo (yo sé cómo andamos tú y yo en la persecución inalcanzable del salario mínimo cotidianamente, porque los de adelante corren mucho y los de atrás nos seguimos quedando atrás, atrás, en este minado territorio de las finanzas), pero si tienes tiempo ve y asómate y como sabes leer mira lo que dicen allí esas aguilotas. Es la carretera a Manila, todo bien , sólo que el pavimento llega hasta Barra de Navidad, Manzanillo y de allí para adelante has como quieras si quieres llegar a Manila, y allí en las aguilotas aparecen fechas: mil quinientos treinta y tantos, aparecen dos nombres fundamentales: Andrés de Urdaneta y el nombre de López de Legazpi. Sí, fueron puestas esas águilas allí (qué optimistas los planeadores urbanos, pensaron: “vamos a poner aquí dos mojoneras, dos marcas, dos monumentos para marcar el límite de la ciudad y aprovechamos así y rendimos un homenaje discreto, republicano, (son águilas republicanas, águilas estilizadas), un homenaje que no se vea mucho porque la historia oficial es muy selectiva.
Este homenaje a alguien que fue soldado, quien se quemó, quedó casi rostizado ¿cómo sobrevivió? (como dice mi papá: “de que te toca aunque te quites y si no te toca aunque te pongas”). Hay una especie de destino que uno acepta, en ese llamado vocacional, el destino, la fortuna, las circunstancias, las decisiones personales, van tejiendo el propio camino. Allá peleando en el archipiélago de Filipinas por territorio con los portugueses, Andrés de Urdaneta se quemó, quemaduras fuertes, él escribió después que sentía que se asfixiaba cuando por aquel barril de pólvora que le explotó muy cerca por las ventanas de la boca y las narices, tanto humo le entró que no podía respirar y tiene que echarse al agua porque está quemado, y ¿cómo se recuperó de las quemaduras? Pues ve tú a saber.
Urdaneta fue uno de los pocos 17 sobrevivientes de la expedición de Loaisa.
Aquél encuentro casual entre Urdaneta y Pedro de Alvarado, ese encuentro que le significará de nuevo el llamado de la mar. Alvarado le cuenta sus experiencias en los mares del Sur. Se llaman mares del sur porque cuando Vasco Núñez de Balboa se planta en Panamá y mira hacia el nuevo océano que esta frente a sus ojos europeos y que nadie antes que él había visto con ojos europeos. Panamá tiene la característica de tener una “curvita” al continente, entonces él vio el mar hacia el sur, y en sus relatos le llama “La Mar del Sur”. Después Magallanes le pone erróneamente, ingenuamente, le llama La Mar Pacífica, porque vaya que sí es mar brava.
Pedro de Alvarado, el tipo aquél que viene ciertamente no de vacaciones con Hernán Cortés y que ya te sabes la historia, noches tristes y qué se yo.
Pedro de Alvarado convence a Urdaneta de embarcarse de nuevo, un poco empresarios - vamos a tomarlo desde este punto de vista, son hombres emprendedores - Alvarado le dice, yo tengo un poco de dinero, con ese dinero podemos construir unos barcos, entonces ¿qué te parece si para hacer rentable la empresa vamos por especias y las vendemos? Te repito lo que era el camino de la especiería, los portugueses fueron tan astutos en este intercambio de esa materia prima necesaria para la subsistencia colectiva en la transición de la edad media al renacimiento, los portugueses llevaban chile y lo cambian por especias. Es por ello que si tú vas a la India la comida te sabrá justamente a chile, esto vino a condimentar la comida de aquél también “subcontinente” asiático.
Entonces, muerto Alvarado en su lucha con Tenamatzli, Urdaneta se queda varado en México, en esa tierra Nueva España de la que había oído hablar con Loaisa, cuando llegan los refuerzos allá en las Filipinas, una nueva expedición que no puede regresar porque nunca encuentran la ruta de regreso.
Se queda aquí Urdaneta, en Jalisco, se convierte en visitador de pueblos, se le entrega por parte del virreinato el cargo de visitar pueblos, y desempeñando este oficio va a dar a Zapotlán, Jiquilpan, Ameca, Autlán y el puerto de Navidad. ¿Por qué “Puerto de Navidad”? Porque navegando el virrey andaba visitando sus territorios y llega una tarde de diciembre, navidad, a un lugar paradisíaco y le llamo el Puerto de Navidad, antes de que llegara el bendi-maldito turismo (es una bendición maléfica, es uno de tantos males necesarios, es algo que debe ser controlado).
Allí anda Urdaneta investigando si los indios recibían un buen trato y si no era así gestionaba para que se les diera un trato justo, desagraviarlos. Era un tipo de buena voluntad.
Y allí andaba Urdaneta, una vez suspendida la expedición de Pedro de Alvarado. Y tú sabes, la edad lo hace a uno reflectir, reflexionar, andando la navegación personal en el tiempo como que uno empieza a ver las cosas con otra luz. Hace unos días los amigos de una universidad que temerariamente me invitaron a hablar de no sé qué, ciencias de la comunicación, es algo que yo desconozco, pero ahí voy, les contaba que yo soy filólogo, yo me dedico a esto de la historia y la historia del lenguaje y quién sabe cuántos rollos más. Allí pregunté ¿tú sabes qué es la experiencia? Claro, es algo que cuando ya se tiene mucha ya no sirve para nada. ¡Ah, qué respuesta más brutalmente luminosa! La experiencia textualmente significa “ir revisando la muerte propia”. Expedir es justamente eso de asomarte a esa muerte paulatina, a veces es más dolorosa, a veces es más rutinaria, pero ahí va el calendario mordiéndonos ese hilván temporal que nos vincula con la vida.
Urdaneta en este caminar, ir y venir, trabajar de visitador, empieza a encontrar otra vocación aparejada ¿porqué no irse de fraile? ¿Y de qué tipo de fraile? Recuerda, llegaron estos personajes poco después de iniciada la conquista, franciscanos, agustinos, dominicos, también otros que no eran frailes pero pertenecían a una orden religiosa: los jesuitas, que son quienes van a realizar la heroica proeza de poblar, de agrupar a los habitantes que vivían ciertamente en una prehistoria, en una edad de piedra notable: Las Californias. Fíjate, esas californias a las que Cortés en sus intentos de navegar y que nunca le cuajan las expediciones, Cortés las va a bautizar como California.
Andrés de Urdaneta decide irse de agustino. San Agustín, aquél pecador, africano, siglo III, obispo, que su mamá le rezaba al Altísimo para que el muchacho sentara cabeza porque andaba en el “tingo-lilingo” de conquistador, y un día a Agustín se le aparece una señal divina y le dice “tolle lege” (“toma y lee”) y Agustín se convierte y funda una orden monástica y es tan significativa en la humanidad la orden de San Agustín que vas a ver en el siglo XVI un fraile agustino que porque padecía de estreñimiento se pasaba largas horas meditando en la letrina desahogando el vientre, qué más, y se le ocurrieron noventa y tantas tesis y esas tesis desembocan en el paseo de la reforma, pero de la reforma radical del siglo XVI, la reforma eclesiástica, los que serían llamados protestantes y los que se quedarían apegados a la romanidad católica. Martín Lutero fue agustino.
Urdaneta decide tomar los hábitos de fraile. Los agustinos que construirían las fortalezas conventuales. 45 años de edad. 20 de marzo de 1553 seguramente Andrés de Urdaneta dijo “ya no más océanos” pero al claustro le llegó un mandato del rey que le dijo: “a navegar de nuevo”. El virrey Luis de Velasco lo pone en otra nueva expedición hacia las islas del poniente. Ya han pasado varios años desde que emprendió la navegación frailesca. Tengo – le dice en carta dirigida al rey – 52 años y ya no tengo la mucha salud debido a los muchos trabajos que desde mis mocedades he pasado y yo quisiera vivir lo que me resta en quietud, pero considerando el gran celo de vuestra majestad para todo lo que toca al servicio de Nuestro Señor Dios y aumento de la fe me he dispuesto para los trabajos de esta nueva jornada. México 28 de mayo 1560.
El destino de Andrés, ese cuyo nombre ahí está en Las Águilas que nadie ve, el destino de Andrés es navegar. Ha andado demasiado tiempo en aventuras marinas, ha cruzado todos los océanos, ya tiene derecho a una jubilación reposada pero el rey le pide y él se apresta de nuevo a navegar.
Hay una disputa colonial entre cuál será el mejor puerto para lanzar estas expediciones, cuál será el - aunque lo dudes - el Cabo Cañaveral mexicano para lanzar a estos hombres hacia lo casi desconocido.  Lo que es también una maravillosa historia oficial: hay un puerto que se convertiría en el paraíso del “pellejo”, del “cutis” norteamericano y el primer paraíso de sol a precio razonable para que vinieran los del “más allá” a visitarnos y una extensión de la colonia de la arcaica zona rosa de la Cd. De México, ese puerto fue bautizado como el puerto del “Acua Pulcra”, que después derivó en un “Acapulco” y las aguas ya sabes cómo están gracias al turismo. Luego ya vendrían los “eulalios” reconstructores de la historia nacional y convertirían aquello, encontrarían raíces náhuatl: acatl significa agua, entonces a esto casi decían que era el puerto vacacional del emperador Moctezuma, pero fue un asentamiento también español. Acapulco, o dónde instalar esa base de lanzamiento de expediciones: Barra de Navidad.
Fíjate, cerca de Londres, no me estoy saliendo de tema, rumbo al sur de Inglaterra, en Kent, hay un lugar que se llama King’s Forest, los bosques del rey. Cuando Inglaterra y España se enfrentan ya en esta colisión de la cual tú y yo vamos a salir bastante dañados, aunque no lo creas, es la Inglaterra que se dedica a armar barcos para los “perros del mar” de la reina Isabel que va a mandar a cosechar a sus perros del mar porque es más fácil cosechar allí que trabajar, qué se yo, métete al socavón de una mina, métete a hacer expediciones, buscando lo que todos, tú y yo lo buscaríamos también, recursos materiales para explotar; otra vez me desvío: los Ingleses cuando cruzaban el estrecho de Magallanes y para significar esa proeza de haber dado la vuelta se ponían un arete en la oreja izquierda ¿no te suena a un anacronismo de moda? esa es la historia de los aretes en la oreja de los hombres, la arracada que se ponían los marinos cuando lograban realizar esa proeza de enfrentar ambos océanos y sobrevivir a ella. Allí en los bosques del rey King’s Forest se cumplía con una función porque dijeron: “si nos la pasamos cortando árboles para hacer barcos nos vamos a acabar los árboles y luego ¿con qué árboles vamos a hacer barcos? Entonces hay que sembrar árboles para hacer barcos”. ¡Ah que inteligente sentido común!
Urdaneta dice “Que el puerto sea Acapulco, tiene buenas partes para que se arme el astillero para fabricar navíos e para que en él se haga la carga y descarga de ellos por ser uno de los buenos puertos que hay en lo descubierto de las indias, es grande, seguro, muy sano, de buenas aguas pulcras, mucha pesquería y mucha madera para la ligazón de los navíos, pinos para mástiles y entenas. Bien cerca del pueblo es la tierra razonablemente poblada y de esta ciudad arriba hay setenta y tantas leguas. Pero en ese puerto se podrán hacer artillería, anclas, pero también podemos preparar a muchos mancebos que andan hechos - fíjate lo que es la teoría de los oficios y de empleos de Urdaneta - vagabundos para que aprendan oficios, especialmente mestizos e mulatos, negros esclavos emancipados, les enseñamos carpintería, calafatear, torneros, herreros, para que haya oficiales de todo género y llevarlos allá también a las islas del sur, pero propongo que se hagan almacenes de árboles de buena madera para tablazón y se planten muchos, porque de otra manera antes de pocos años habrá falta de buena madera para hacer navíos.”
Ese era Andrés de Urdaneta, visionario. Y nosotros ahí andamos, corte y corte y nadie planta; quita, quita sin pon, pon, pues ¿para dónde vamos? dímelo tú.
Urdaneta anda detrás de las rutas que se pueden seguir y por fin cambia de opinión. Luis de Velasco dice que parta de Barra de Navidad y Urdaneta conoce tan bien el mar que le dice en tono de sorna a uno de los oficiales “yo si voy a Filipinas hasta en carreta me regreso”. ¿Qué quería decir esto? Que nadie había podido regresar, que para volver a México había que atravesar otra vez el océano Índico, había que irse a Europa y luego volver por todo el Atlántico porque nadie sabía cómo, recuerda que son barcos de vela, no hay motores, se depende de la templanza de los vientos.
21 de noviembre 1564, 380 hombres a bordo de esos barcos que fueron habilitados, que fueron prácticamente construidos ahí en el puerto de la Navidad, barcos mexicanos en astilleros montados en nuestras costas, nomás para que te des una idea: todavía no llegaba aquel señor que a los indios les dijo: toma 20 dólares y te compro Manhattan (eso dieron a cambio), pero todavía otro método: ellos se pintan como los buenos de la película, los colonizadores, los padres fundadores de la civilización norteamericana y ellos con el odio a España inyectaron y transmitieron y borraron toda la historia gloriosa de estos proto mexicanos, porque Urdaneta ya había decidido vivir aquí; si era de Guipúzcoa, si había andado por todos los lugares del mundo, había decidido radicar en México, había adoptado ésta como su tierra, donde quería pasar los últimos años de su vida antes de que el rey le dijera: “a navegar otra vez, échate Andrés a la mar”.
“Estoy embarcado con cuatro sacerdotes religiosos y nuestra partida para el poniente será mañana. Van dos naos gruesas, la una de más de 500 toneladas y la otra de más de 300 y un galeoncete de 80 toneladas y un patache pequeño y una fragata. 380 vamos, llevamos por General a Miguel López de Legazpi” (¿te suena a nombre de calle aquí en Guadalajara? ¿Tendrá buenos baches López de Legazpi?) Natural de la provincia de Guipúzcoa, persona de muy buen juicio y cuerda con quien todos los de la armada llevamos muy gran contento. Él va sólo por servir a vuestra majestad y a Dios. Hay una carta que narra el venturoso descubrimiento que los mexicanos han hecho navegando con la armada mandada a hacer en México. (Es increíble, tendría que buscar, no creas que yo invento, te recuerdo yo soy un transmisor, soy un simple difusor, yo no estoy dedicado a investigación profunda, pero aquí en este libro que tengo viene un facsímile de una carta donde ya los navegantes del siglo XVI están en su vocabulario llenos de términos mexicanos, te decía: “petate”, “molcajete”, “chile”, ya van en las vituallas de los marinos, los chiles, ya es una proto-mexicanidad que iba bien, era excepcional, era de unos tamaños prodigiosos.
¿Que cuál va a ser el mérito de Urdaneta? el cumplir con su palabra, encontrar la ruta de regreso. Mira cómo describe Urdaneta lo que ellos encuentran el Filipinas, por ejemplo: “los fugitivos isleños volvieron con ánimo pacifico cuando hacíamos procesión en honor de una imagen de Flandes que encuentran por allá en las islas, díjoles en nombre de quién venían, que aquéllos eran los que habían matado a Magallanes, pero eso había pasado hace tiempo y que ahora eran otras las circunstancias que los protegerían contra los enemigos y que vinieran a formar pueblos también, eran tribus errabundas y que hicieran allí sus ‘tianguis’…” (Es un término totalmente mexicano el que aparece en estas crónicas del abordaje de las Filipinas).
Es el viaje tan atrevidísimo de este Urdaneta y López de Legazpi, el fraile, y en donde también ya en las naos va como símbolo (yo respeto tus creencias, cada quién, pero es un hecho que es un símbolo de la mexicanidad) la imagen de la virgen de Guadalupe, es una imagen totalmente nueva, es una versión (lo que quieras o gustes: milagrosa o interprétala como te de tu respetable gana) pero es una versión teológica de estas figuras deíficas acompañantes de los navegantes.
Urdaneta, según lo acordado después de estar un tiempo allá en Filipinas, viene la segunda parte, el regreso, ¿cómo hacer para regresar si los vientos siempre empujan para el otro lado? No se necesita ser un gran navegante para saber que si tú vas a contraviento en la vida lo más probable es que fatigues y que el viento a la larga gane. No se puede tirar a contraviento.
1 de junio de 1565, seis meses y nueve días después en que la armada había empezado su navegación desde Barra de Navidad. Desde el puerto de Cebú en la nave capitana llamada San Pedro empieza la gran proeza. 1 de junio de 1565. ¿Cómo lo percibió, cómo lo intuyó? No sé. Toma el mapa de México y revisa: Baja California, tiene como una especie de anzuelo hacia el Pacífico y esa Baja California que ya no es mexicana, (sht cállate, se fue así como no queriendo, siempre lo habían querido pero tú sabes, la geografía es una cosa y la geopolítica es otra muy distinta, sht), total, ve el mapa de ésta, la supuestamente mexicana Baja California (que ya nada más le dicen “Baha”) y tiene como un ganchito allí a medias. Allí existe lo que se llama La Punta de Malarrimo. En tiempos de esa quesque guerra mundial, de ese jaleo formidable que se organizaron (es el gran negocio las guerras), allí está el desierto de Vizcaíno (algún día te contaré las hazañas de Vizcaíno, ancestro de todos los Vizcaínos de Sayula, incluso del que se identifica como Juan Rulfo). Sebastián Vizcaíno andaba por aquellos rumbos y el puerto de Abreojos y la Punta de Malarrimo, donde las corrientes marinas traían todo tipo de desechos de guerra, torpedos, bombas, cadáveres, cajas de conservas, tablas, madera, por eso le llamaban “el gran tianguis (mercado) del desierto”, la gente del rumbo iba ahí a proveerse (no de cadáveres, que cada quien trae el suyo a cuestas) de tantas cosas, desechos de guerra que la mar les mal arrimaba allí. ¿De dónde venían? Pues del frente de guerra del pacífico, de allá de Mindanao, de esos lugares que sirvieron para hacer tantas películas donde los japoneses servían para caer en racimos bajo las balas de los grandes triunfadores. Pero ¿cómo intuyó Andrés de Urdaneta que podía navegar valiéndose del viento para hinchar las velas un tramo y luego trepándose en la corriente y volver para acá? Él decía “yo hasta en carreta puedo regresar” y lo cumplió. Miércoles 26 de julio de 1565 avistaron Baja California, iban todos enfermos de escorbuto, aquellos compañeros del viaje de torna vuelta, los 200 que acompañaron a Andrés de Urdaneta, el capitán que venía al mando de la nao era Felipe Salcedo, un nieto de Legazpi muy joven y muy confiado en la pericia de Urdaneta. Baja California, lunes 1 de octubre, llegan a Barra de Navidad, habían andado desde Cebú, según nota el piloto, 1895 leguas. Del puerto de la Navidad se van a Acapulco donde atracaron el 8 de octubre de 1566. Así se consumó el tornaviaje.

Quiero que algún día vayas a Barra de Navidad y veas el fastuoso monumento (sarcasmo) al que le faltan letras, donde se conmemora la hazaña de Urdaneta, ése es nuestro respeto a la historia. Nuestro respeto a ese hombre que decía: “hombre, si van a cortar árboles pues siembren árboles” mira qué teoría. Si ahora decimos: ¡uy! los suecos tan inteligentes que son, cortan uno y plantan tres, debemos imitar a los suecos. Pero si ya teníamos la fórmula. 4 siglos después seguimos sin entender lo que el fraile Andrés de Urdaneta dijo tan claramente. Monje, marino, militar, aquel individuo con las cicatrices de cuando se embarco a los 17 años, cuando la vocación empieza a asomar en la adolescencia, en la pre-juventud. Urdaneta: un individuo de una estatura monumental muere el 3 de junio de 1568 cuando tenía la fabulosa edad de 60 años. En 60 años vivió tantas vidas.


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