lunes, 12 de octubre de 2009

México y Japón

Tecnología de punta
Por Gustavo Granero
Qué erróneo ha sido para nuestra conformación como mexicanos el negar tan valiosa parte de nuestra historia, negar el legado de 300 años previos a la revolución de independencia.
Qué falta más grande la que republicanamente cortó de tajo uno de los sucesos más valiosos de nuestra historia, aquél en el que gozamos de grandeza y respeto por el resto de las naciones del mundo.
Veamos un caso: En estas fechas, del 01 al 06 de octubre de 2009, tal y como se lee en la noticia de hace unos días “el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, viajará a Japón para participar en el Foro Internacional Sobre Nuevas Tecnologías. Ello, con el propósito de estar al tanto en las tecnologías de punta…”
Claro, ahora y desde aquella guerra de independencia, el mexicano independiente depende de las naciones “de pelo en pecho” para poder estar al tanto, copiando, llegando tarde. ¿Algún día futuro serán los japoneses quienes tengan que viajar a México para estar al tanto de las tecnologías de punta? No lo sé, pero lo que sí podemos saber con seguridad es que en el pasado sí fue de esa manera:
“España, después de conquistar las Filipinas realizaba todo tipo de intercambio con Oriente a través de la Nueva España, nombre que a la sazón tenía el territorio que actualmente es México. El espíritu explorador y de aventura que se había desarrollado en España, hizo renacer su inquietud de siempre de llegar al Japón para incrementar su comercio.
En 1561 Fray Andrés de Urdaneta recibió órdenes de que, siguiendo la ruta de Acapulco a las Filipinas, buscara unas islas que debieran estar entre el continente americano y el chino (sic), en especial aquellas islas japonesas ricas en oro y plata.
Sin embargo, fue hasta enero de 1564 cuando Fray Andrés de Urdaneta zarpó del puerto Barra de Navidad con la flota de expedición dirigida por Miguel López de Legazpi, y con la orden de la Audiencia de México, de que en caso de encontrar dichas islas, deberían tratar amistosamente a sus habitantes, quienes ya tenían fama de ser excelentes trabajadores.
En el año de 1567, Legazpi envió al Rey de España, Felipe II (1) el informe que existían grandes islas en Filipinas, como Luzón y Midoro, mismas que fueron colonizadas por su expedición, y donde chinos y japoneses llegaban para fomentar su comercio.
En 1575, Juan Pacheco Maldonado informó a Felipe II sobre el comercio que realizaba Japón en Filipinas. Este era muy extenso, con variados artículos de intercambio, ya que los barcos japoneses que llegaban a Manila llevaban trigo, carne salada, cuchillería, biombos, jaulas, vasijas con dibujos de oro sobre laca, abanicos de papel, etc.
Al regresar, su carga consistía en oro, piel de venado, vasijas de barro, ahuizcle, seda cruda, vino, espejos y otras mercancías europeas que habían sido enviadas desde México. Los españoles que visitaban Filipinas, algunos de ellos nacidos en México, tenían su centro de actividades en este país. Así fue como se inició el primer contacto comercial entre México y Japón.
En 1609, ocurrió el acontecimiento histórico muy importante entre la Nueva España y Japón; Don Rodrigo de Vivero, Gobernador de las Filipinas en su viaje de regreso a México, naufragó frente a las costas del Japón.
Los japoneses auxiliaron a 370 náufragos y les brindaron su hospitalidad durante el tiempo que hubieron de permanecer en Japón. Asimismo Vivero fue recibido por el segundo Shogun Tokugawa en el Estado actual de Tokio, y posteriormente, se entrevistó con Ieyasu (fundador del Shogunato Tokugawa) en Sumpu, actual prefectura de Shizuoka.
En la segunda entrevista que Vivero tuvo con las autoridades del gobierno japonés, se hicieron negociaciones sobre intercambio comercial, navegación, cooperación técnica y sobre divulgación de la fe Cristiana. Vivero solicitó que en la costa oriental de Japón se construyera una factoría con instalaciones de almacenes y astilleros para los barcos españoles. También requirió que se construyeran templos para ser atendidos por los misioneros españoles, y que a todas las delegaciones enviadas por el Rey de España les fuera dispensado un trato honroso, así como se prestara toda la ayuda necesaria a los españoles en caso de naufragio. Además demandó que se expulsaran a los holandeses de la isla con quienes Japón mantenía tratos comerciales.
Ieyasu pidió a Vivero la apertura del comercio con España, y el envío de mineros especialistas en plata, pilotos y marineros de la Nueva España, ya que en esa época Japón carecía de la tecnología occidental y prácticamente se encontraba en desventaja en cuanto al desarrollo de dichas técnicas.
Después de permanecer por un tiempo visitando las islas japonesas, Vivero partió con su misión y con algunos japoneses del puerto de Uraga hacia Acapulco, en el Barco de San Buenaventura de 120 toneladas, construido anteriormente en Japón con la ayuda técnica del ingeniero inglés William Adams, según indicaciones dadas por Ieyasu.
Luis de Velazco II, Virrey de la Nueva España dio una buena acogida a los jóvenes que llegaron con Rodrigo de Vivero en México, y convocó a su consejo, en donde se discutió el envío de la expedición para descubrir las fabulosas islas abundantes en oro y plata, que suponían existir en Japón.
En esta junta se decidió enviar una misión bajo el mando de Sebastián Vizcaíno, en viaje directo al Japón, para agradecer a Ieyasu e Hidetada la hospitalidad brindada a Vivero y devolver los cuatro mil ducados que Vivero debía al Japón, además del costo del Barco de Buenaventura.
Vizcaíno salió de Acapulco el 22 de marzo de 1611y llegó a Uraga el 10 de junio del mismo año, llevando consigo la respuesta del virrey a la carta de Ieyasu, los retratos del Rey de España, de la Reina y del Príncipe, también regalos, entre otros un reloj hecho en Madrid en 1581, el primero que se vio en Japón y que actualmente forma parte del tesoro del templo Toshogu del monte Kuno.
Después de su visita a Edo y Sumpu, Vizcaíno organizó una expedición para emprender la infructuosa búsqueda de las "islas ricas de oro y plata". Además la situación política japonesa había cambiado notablemente, comparada cuando estuvo Vivero, de modo que Vizcaíno no pudo concretar nada en sus negociaciones.” (2)
Como podemos ver, hubo momentos en que esta nación naciente de la mano con España encabezaba la lista de popularidad y así fue por varios siglos, hasta que comenzamos a negar y renegar de nuestra Madre Patria. Tenemos perdido el rumbo de hacia dónde vamos como proyecto de nación. Si no sabemos de dónde venimos ¿cómo saber hacia dónde vamos?
Debemos estar orgullosos de nuestra mexicanidad y darnos cuenta de que no somos ningún país de segunda o tercera clase. El día que estemos rozagantes por nuestro pasado podremos alzar la cabeza sin creerse menos que otros y podremos salir a competir sin sentirnos derrotados antes de empezar.


Notas:
(1) El texto original refiere al rey Felipe IX, esto es erróneo.
(2) Tomado de la página web de la Embajada de Japón en México http://www.mx.emb-japan.go.jp/sp/mexico-japon/historia-relaciones-iniciales.htm





1 comentario:

  1. Hola mi buen Gus, es grato ver el "nacimiento" de este blog tuyo que pretende llenarnos de cultura, ya que estamos llenos de correos basura, programas televisivos que no aportan nada y que mejor conocer nuestras raices con lo que nos vayas presentando poco a poco.
    Aquí estare presente viendo como crece y se fortalece este blog. Trataré de aportar un poco, mas tú ya sabes que soy algo mediocre para estos menesteres.
    Mi admiración y mi respeto... ALIGANA "Alix"

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